01 abril, 2024

May Morris, una diseñadora extraordinaria

May Morris (1862-1938), la menor de las dos hijas de William Morris, fue una consumada diseñadora, pero su vida y su obra han permanecido eclipsadas: sólo recientemente se ha comprendido plenamente su enorme talento.

May Morris nació en 1862 en "Red House", un edificio diseñado por Philip Webb y William Morris a poca distancia del centro de Londres, que es considerada la primera obra arquitectónica del grupo Art & Crafts.

La madre de May fue la artista textil Jane Burden Morris (1839-1914), que también trabajó como modelo para encarnar el ideal de belleza prerrafaelita. Musa de su marido William Morris y de Dante Gabriel Rossetti, se convirtió en una famosa costurera autodidacta.

May Morris aprendió las técnicas de bordado de su madre Jane y de su tía Elizabeth (Bessie) Burden. En 1881, cuando May Morris contaba 19 años, ingresó en la National Art Training School, origen del reconocido Royal College of Art.

Con solo 23 años, se hizo cargo del departamento de bordado de la compañía de su padre, Morris & Co. Durante el tiempo que ocupó el cargo, fue responsable de producir una gran variedad de diseños, que con frecuencia se atribuyeron erróneamente a su padre.

Durante sus tres primeros años trabajando para Morris & Co, May Morris diseñó tres papeles pintados. "Honeysuckle" fue su creación más popular y longeva: un diseño ligero y delicado que tuvo un gran éxito en la empresa.

Tras la muerte de William en 1896, dejó la empresa y, aunque permaneció como asesora, empezó a trabajar por su cuenta. Además de ser una artista influyente, May Morris también fue una firme defensora de los derechos laborales.

A medida que se hizo más consciente de los salarios injustos que se pagaban a los artesanos, especialmente a las mujeres, se involucró más en el trabajo reformista y en los círculos socialistas.

Aunque no se convirtió en sufragista, May participó activamente en el movimiento de mujeres. En 1907 fundó la Women's Guild of Arts con Mary Elizabeth Turner para apoyar a las mujeres que trabajan en las artes y la artesanía, en una época en la que eran excluidas de otras organizaciones similares (como el Art Workers' Guild, que no admitió mujeres hasta 1972).

May Morris enseñó en la Central School of Arts and Crafts desde 1897 y fue jefa del departamento de bordado desde 1899 hasta 1905. También fue profesora en las Escuelas de Arte de Birmingham, Leicester y Hammersmith.

En 1936, May Morris escribió al dramaturgo George Bernard Shaw, con el que mantuvo una relación durante años: “Soy una mujer notable. Siempre lo fui, aunque ninguno de vosotros parecía pensarlo”.

May Morris murió a los 76 años en 1938, en la mansión familiar de Kelmscott Manor. Sus obras se conservan en Victoria and Albert Museum, William Morris Gallery, Amgueddfa Cymru-National Museum Wales y National Museum of Scotland.

La vida de May Morris y su papel en el movimiento Arts and Crafts quedaron eclipsados por los logros de su padre. Hoy podemos disfrutar de su fascinante legado y afirmar que fue una artista y una activista realmente notable por derecho propio.

Este artículo fue publicado originalmente el pasado 10 de marzo en la red X. Ahora he reunido las entradas originales en un único artículo con el fin de que pueda ser más fácilmente accesible para todos. Espero que os parezca interesante e inspirador.

09 enero, 2024

Cometas en el aire de Tepoztlán

«Es tiempo de papalotes en mi pueblo. El cielo en Tepoztlán se engalana con navegantes de varita de otate y papel de colores. Cortando el aire como golondrinas se elevan, y un rato después, si se cuenta con la destreza, se suspenden en el cielo sostenidos por el aire, el viento y los jalones del cordel. En un extremo de la cuerda, un objeto; al otro, un chiquillo.»

Esta delicada narración sirve de puerta de entrada a las Contribuciones para una Antropología del Diseño, del diseñador, antropólogo y profesor Fernando Martín Juez. «El objeto -explicaba en 2002- no sólo es materia tangible o una forma más de manifestación física de la cultura; El diseño es también una creencia: un modo de vinculación intangible entre los miembros de una comunidad, entre sus deseos, su pasado y sus proyectos comunes». El antropólogo mexicano reflexionaba con extraordinaria profundidad sobre la manera en que los objetos evocan historias singulares e imágenes colectivas. Los papalotes, como todos los objetos, son algo más que lo que su función describe y su utilidad sugiere. Al igual que una cuchara o una ciudad, son objetos que despiertan actitudes, evocan emociones o sugieren recuerdos.

Lau Haizetara, X Festival Internacional de Cometas, Garaio, Araba, 12 Oct. 2007.

Papalote es una palabra fabulosa que yo no había escuchado antes. Podría pensarse que tiene su origen en los papelotes o desperdicios de papel utilizados para confeccionar las cometas. Sin embargo, proviene del náhuatl papalotl, mariposa. Barrilete, birlocha, chichigua o volantín son algunas de las numerosas palabras que se usan en varios paises de habla hispana para designar estos artefactos que, sujetos con un cordel largo, se echan al aire para que las corrientes lo eleven.

Se dice que las cometas se originaron en China hace unos 2.500 años. Estas primeras cometas estaban hechas de madera e imitaban las formas de los pájaros, pero más tarde los artesanos comenzaron a crear cometas más ligeras, primero con seda y bambú y luego con papel y bambú. Durante la dinastía Tang, la gente fijaba a las cometas unas tiras de bambú que, cuando estaban en lo alto, vibraban y sonaban con la brisa como el Zheng, un instrumento musical de cuerda similar a la cítara. Desde entonces, el nombre popular chino para las cometas se ha convertido en Feng Zheng, cítara de viento. Las cometas pertenecen a esa fascinante y extraña categoría de objetos que cantan para informarnos de su funcionamiento o para deleitarnos. En China la fabricación de cometas es considerada una forma de expresión artística.

Siempre me han fascinado las cometas. Cuando el cambiante verano del norte de España nos ofrecía sus días más nublados, mis hermanos y yo pasábamos horas volando con ellas en la playa de Oriñón. Si había marea baja y el viento no era excesivamente intenso, podíamos aprovechar el enorme arenal para soltar todo el hilo del carrete. Al final de la línea, una diminuta mancha de color nos permitía imaginar fabulosas aventuras mientras sobrevolábamos un mar poblado de enormes ballenas. Carreras, gritos y tirones componían la danza de aquellas horas, siempre atentos a mantener el carrete firmemente agarrado para no perder el preciado artefacto.

Últimamente vengo pensando que los diseñadores no hacemos otra cosa que volar cometas. Hacerlo bien requiere voluntad, constancia y pasión. Para mantenerlas en el aire es necesario conocer los vientos y las nubes, y sentirlos en la tensión y la vibración de un fino hilo que apenas puedes ver. Para componer las más atrevidas coreografías, los ondulantes movimientos de la larga cola o los rápidos picados, es necesario estar atento a la posición, la velocidad y la forma del volantín. Las cometas, como todo proyecto de diseño, son artefactos flexibles que se van adaptando a las cambiantes condiciones del entorno. Si no fuera así, sería imposible que se elevaran en el aire.

Para volar bien, también es necesario disponer de un detallado mapa mental de los accidentes del terreno y estar atento al vuelo de las otras cometas que comparten tu mismo espacio. Pero, sobre todo, es imprescindible tener la visión y el entusiasmo para moverse rápidamente de un lugar a otro.

Es tiempo de papalotes en mi pueblo.

09 agosto, 2023

Automóviles cultivados

Como el profeta Jonás intentando eludir el encargo divino, o el maestro Geppetto en su búsqueda de Pinocchio, muchas narraciones describen episodios donde una enorme criatura marina engulle al protagonista para iniciar un viaje de transformación hacia una nueva y luminosa orilla.

Chevrolet Corvette XP-755 Mako Shark, 1961.

La industria del automóvil, consciente del enorme poder de estas narraciones, se ha inspirado en múltiples ocasiones en organismos marinos para dar forma a sus creaciones más asombrosas. El Citroën DS "Tiburón", diseñado por Flaminio Bertoni en 1955, o el Chevrolet Corvette XP-755 Mako Shark, diseñado por Larry Shinoda —bajo la dirección del jefe de diseño de General Motors, Bill Mitchell— en 1961, ocupan los primeros lugares de una larga lista de automóviles inspirados en especies marinas como el tiburón blanco, la barracuda, la orca, el pez vela o la mantarraya.

Ostraciidae - Ostracion cubicus.

Sin embargo, el pez más famoso de la historia del diseño automovilístico no es un gran depredador oceánico, sino un pequeño organismo de apariencia ridícula: el pez cofre (Ostraciidae). Esta familia de peces óseos destaca por un sorprendente patrón de nido de abeja en su piel. Sus escamas hexagonales se fusionan en un caparazón sólido en forma de caja, del cual sobresalen las aletas, la cola, los ojos y la boca. Esta configuración permite que el pequeño pez, además de presentar una aerodinámica asombrosa, sea extremadamente ágil y maniobrable.

En el año 2004, los ingenieros del Centro de Tecnología de Mercedes-Benz y el Departamento de Investigación de DaimlerChrysler estaban buscando por primera vez un ejemplo específico en la naturaleza para explorar el gran potencial de la biónica en el desarrollo de automóviles. El candidato ideal era el pez cofre amarillo, Ostracion cubicus. Este pequeño habitante de los arrecifes de coral no solo se aproximaba a la idea de un automóvil aerodinámico, seguro, cómodo y respetuoso con el medio ambiente, sino que también podía inspirar la configuración formal y estructural del automóvil.

Modelo del pez cofre para el túnel de viento.

Así nacía el proyecto Mercedes-Benz Bionic, un vehículo conceptual que se presentó en el Daimler Chrysler Innovation Symposium celebrado en Washington en 2005. «Nos sorprendió cuando este pez de aspecto torpe se convirtió en nuestro modelo para diseñar un automóvil aerodinámico y de bajo consumo», comentaba el doctor Thomas Weber, entonces Jefe de Investigación y Desarrollo de DaimlerChrysler. Sin embargo, a pesar de su cuerpo en forma de cubo, este pez tropical es extraordinariamente aerodinámico. Mediante un modelo del pez cofre construido con precisión, los ingenieros de Stuttgart obtuvieron un coeficiente de resistencia aerodinámica Cd de solo 0,06 en el túnel de viento.

Con el fin de aprovechar este gran potencial, los especialistas de DaimlerChrysler crearon primero un modelo de coche a escala 1:4 cuya forma se basaba sustancialmente en el pez cofre. Durante las pruebas realizadas en el túnel de viento, se midió un coeficiente de resistencia aerodinámica de 0,095, un valor sin precedentes en el sector. Tras las necesarias adaptaciones para cumplir los exigentes requisitos de usabilidad, el modelo final aún conservaba un valor Cd de 0,19. El Mercedes-Benz Bionic totalmente funcional se encontraba entre los automóviles más eficientes de su categoría.

Mercedes-Benz Bionic Concept: Estudio estructural.

En colaboración con expertos en biónica, los investigadores desarrollaron también un proceso para trasladar el principio de crecimiento utilizado por la naturaleza a la ingeniería automovilística. Mediante simulación por ordenador, se configuraron los componentes de la carrocería y la suspensión de forma que el material de las zonas sometidas a menos cargas se hiciera menos resistente, e incluso pudiera eliminarse por completo, mientras que las zonas sometidas a más cargas se reforzaron de forma específica. Este proceso permitió identificar una geometría óptima de los componentes que cumplía por igual los requisitos de construcción ligera, seguridad y durabilidad. Las escamas hexagonales del pez cofre también obedecen al principio de máxima resistencia con el mínimo peso. Trasladado al revestimiento exterior de la puerta del coche, este principio de construcción natural producía un patrón de nido de abeja con hasta un 40% más de rigidez.

Mercedes-Benz Bionic Concept, 2005.

El resultado final de estos fascinantes hallazgos fue un vehículo único de dos puertas con cuatro cómodos asientos individuales y un coeficiente aerodinámico asombroso. A pesar de la profundidad de la investigación, las primeras críticas no tardaron en llegar.

Mercedes-Benz Bionic Concept, 2005.

El año anterior, en 2004, Mercedes-Benz había presentado el fabuloso SLR McLaren, un automóvil que se hacía eco de los sellos distintivos de los legendarios autos de carrera SLR de la década de 1950 y los combinaba magistralmente con un lenguaje de diseño sofisticado y vanguardista. Carácter y estilo para crear un automóvil con un carisma único: una síntesis de leyenda e innovación que resultaba impresionante en todos los aspectos. Frente a este emocional y sofisticado modelo, el Mercedes-Benz Bionic aparecía como un extraño y torpe ejercicio intelectual. Ni siquiera parecía un Mercedes-Benz. Nunca llegó al mercado.

Mercedes-Benz SLR McLaren, 2004.

Posteriores análisis científicos revelaron además que en el transcurso de su evolución, el pez cofre había renunciado a la velocidad y la potencia por una variedad de herramientas defensivas y una maniobrabilidad sin precedentes. Tanto los experimentos como las simulaciones mostraron que los peces cofre son en realidad extremadamente inestables en el agua y tienden a vacilar, balancearse, agacharse y cabecear hacia todos lados mientras nadan. Sin embargo, este extraño comportamiento de natación les permite girar con sorprendente agilidad en el intrincado laberinto de sus hogares en los arrecifes de coral. Malas noticias para Mercedes-Benz, pero una notable lección para los especialistas en biomimética.

La siguiente incursión de los equipos de diseño y desarrollo de Mercedes-Benz en el campo de la innovación inspirada en la naturaleza siguió una estrategia radicalmente diferente. En lugar de tratar de identificar un organismo biológico que pudiera dirigir las decisiones de diseño, optaron por formular una pregunta sorprendente: si la naturaleza diseñara un automóvil Mercedes-Benz... ¿cómo lo haría?

En el concurso Los Angeles Design Challenge de 2010, los diseñadores de Mercedes-Benz Advanced Design Studios en Carlsbad, California, sorprendieron a todos con una presentación revolucionaria. Inspirándose en la naturaleza, diseñaron un vehículo totalmente integrado en el ecosistema, desde el momento de su creación hasta el final de su vida útil.

«Como inventores del automóvil, queríamos mostrar la visión del vehículo perfecto del futuro, que se crea y funciona en completa simbiosis con la naturaleza. El Mercedes-Benz BIOME Concept es un híbrido de tecnología natural y forma parte del ecosistema de nuestra Tierra. Crece y prospera como las hojas de un árbol», explicaba Hubert Lee, director de los estudios de diseño avanzado de Mercedes-Benz. En la edición de aquel año, el concurso había pedido que se creara la visión de un coche compacto, seguro y confortable, con una buena maniobrabilidad, un diseño de primera clase, y que pesara en sólo 1.000 libras (unos 454 kg).

El vehículo simbiótico Mercedes-Benz BIOME Concept no estaba fabricado en una planta de montaje, sino cultivado a partir de ADN propio en el vivero de Mercedes-Benz. Como parte de este proceso, el vehículo se creaba a partir de dos semillas: El interior del BIOME crecía a partir del ADN de la estrella de Mercedes situada en la parte delantera del vehículo, mientras que el exterior lo hacía a partir de la estrella de la parte trasera. Para adaptarse a las necesidades específicas de cada cliente, la estrella de Mercedes se modificaba genéticamente en cada caso, y el vehículo crecía cuando el código genético seleccionado se combinaba con la cápsula de la semilla. El automóvil estaba hecho de un material orgánico ultraligero llamado BioFibre, significativamente más ligero que el metal o el plástico, pero más robusto que el acero.

Mercedes-Benz BIOME Concept, 2010.

Como se explicaba en los paneles de presentación, el Mercedes-Benz BIOME estaba alimentado por un nuevo combustible bautizado como BioNectar4534 que se almacenaba en la carrocería, el chasis y las ruedas del vehículo. Para recargar el automóvil, Mercedes-Benz había previsto integrar en los árboles unos receptores que trabajaban transformando la energía solar en BioNectar4534, lo que impulsaría la plantación de árboles. Al igual que las plantas, el vehículo simbiótico de Mercedes-Benz producía oxígeno, contribuyendo a mejorar la calidad del aire. Al final de su vida útil, el Mercedes-Benz BIOME se podía compostar por completo o utilizarse como material de construcción. Gracias al uso exclusivo de tecnologías verdes, se integraba perfectamente en el ecosistema.

Mercedes-Benz BIOME Concept, 2010.

Las reacciones frente a esta disruptiva propuesta mostraron claramente la incomodidad de muchos analistas con el diseño de futuros: «¿Será algún día realidad? ¿Podrán cultivarse automóviles en un laboratorio?», eran las preguntas más recurrentes. La historia de la automoción está repleta de asombrosos modelos conceptuales que han impresionado a todos con un diseño futurista, características increíbles y estilo atrevido. Son estos automóviles los que han traspasado los límites de lo que creíamos posible y continúan inspirando a las nuevas generaciones de diseñadores.

Mercedes-Benz BIOME Concept, 2010.

En un mundo que se va a enfrentar a tremendos desafíos ambientales en los próximos años, necesitamos de manera cada vez más urgente propuestas conceptuales que permitan ampliar y debatir el campo de los escenarios posibles. No podemos seguir utilizando los viejos principios. En lugar de centrarnos exclusivamente en la viabilidad económica, o en la factibilidad técnica, los diseñadores debemos explorar nuevas posibilidades que permitan construir narrativas apasionantes y únicas. Este principio ha impulsado la creación de Cucurbita trilobulata y otras propuestas que forman parte del Gabinete de Curiosidades de Sugaar Studio. Objetos para pensar en nuevas relaciones con nuestro planeta.

¿Salvajemente ambiciosos? Sí. ¿Completamente inverosímiles? Tal vez, pero lo que necesitamos ahora es imaginar y cultivar un futuro más responsable, más sostenible y más bello.

20 junio, 2023

Cucurbita trilobulata

Es hora de dejar espacio a la imaginación, abrir nuestra boca de asombro y sentir el corazón henchido y la piel de gallina. Es hora de abandonar el miedo, superar la tristeza y sacudir la autocomplacencia para empezar a celebrar la emoción, la creatividad, la fantasía, la belleza y la magia.

Un reciente estudio de Wunderman Thompson Intelligence señalaba que el 74% de las personas dice que siente como si estuviera esperando que ocurra algo bueno. Tras el confinamiento debido a la pandemia, los problemas económicos, las desigualdades crecientes, los horrores de la guerra o la emergencia de la crisis climática, casi tres cuartas partes de la gente tiene una sensación de ausencia difícil de definir. Estos tiempos inciertos han impulsado una actitud más pragmática y más realista pero, a la vez, estamos asistiendo al inicio de una nueva transformación afectiva. La gente busca experiencias que evoquen emociones de alegría y asombro, anhelando lo disruptivo, lo surrealista o lo que no es de este mundo. Se ha liberado el apetito de alegría y diversión y las personas están cada vez más abiertas a la acción y la aventura, sin dejar de incluir una pizca de misterio y el deseo de experimentar algún escalofrío. En un mundo racional y explicado, en el que estamos siempre atareados y ansiosos, necesitamos sentir algo, ya sea gozo, asombro, sorpresa, o entusiasmo.

Según Marie Stafford, Directora Global de Wunderman Thompson Intelligence, tres son los ingredientes principales que dan forma a este anhelo de encantamiento: En primer lugar, la búsqueda de un nuevo despertar que aporte propósito y sentido a un mundo caótico y confuso; En segundo lugar, el deseo de trascender lo cotidiano y sentirse parte de algo más grande que nosotros mismos; y por último, el impulso optimista que pueda abrir paso a un futuro más amable y esperanzador.

Cucurbita trilobulata es una nueva especie híbrida que explora este anhelo de magia que está permeando tanto territorios físicos tangibles como entornos inmersivos virtuales. La calabaza que ha inspirado esta luminaria fue la primera planta cultivada en el mundo para ser utilizada como recipiente. Por primera vez en la historia, los humanos no cultivábamos un alimento, sino un objeto. Desde entonces hemos cultivado una gran variedad de plantas para ser utilizadas como vestidos, sombreros, bastones, cantimploras, escudillas, instrumentos musicales, cestas, cuerdas... hasta sillas. El banquero y agricultor John Krubsack fue el primero en crear una silla viva, que se cosechó en 1914 después de haber crecido durante 11 años.

Con el advenimiento de la era industrial, todas estas plantas cultivadas para obtener objetos fueron gradualmente abandonadas o marginadas. ¿Para qué cultivar una calabaza como recipiente si es más económico y conveniente fabricarlo? Sin embargo, hoy estamos llamados a repensar nuestra relación con el mundo natural. A pesar de todos nuestros avances tecnológicos, dependemos completamente de ecosistemas sanos y vibrantes para obtener agua, alimentos, medicinas, ropa, cobijo y energía.

Al contrario de lo que podría pensarse, Cucurbita trilobulata no es un objeto fabricado en una planta de ensamblaje, sino cultivado en un invernadero. Una luminaria totalmente integrada en el ecosistema natural, desde el momento de su creación hasta el final de su vida. Cucurbita trilobulata crece en un entorno completamente orgánico a partir de semillas cultivadas en un vivero que, al igual que las plantas, obtiene su energía de la luz solar. Toda la luminaria está hecha de materia orgánica, incluida la cápsula que emite luz, por lo que al final de su vida retorna de nuevo a la naturaleza.

¿Fantástico? ¿Maravilloso? ¿Absolutamente imposible?

Antes de aventurar una respuesta precipitada, en los próximos artículos vamos a explorar algunos proyectos que proponen fascinantes simbiosis con la naturaleza. Como se preguntaba la arquitecta y diseñadora Neri Oxman en una reciente conversación con Paola Antonelli, curadora senior de Arquitectura y Diseño en el MoMA:

How can we learn from an organism or a natural process and how can we collaborate to create a co-authored piece of work?

06 junio, 2023

Ufesa, 60 años de Innovación dirigida por el Diseño

Ufesa es una de las marcas de pequeños electrodomésticos para el hogar más reconocidas y amadas en España. Nació en el año 1963, cuando 13 pequeñas empresas y talleres familiares del País Vasco y Navarra decidieron agruparse y aunar esfuerzos para crear la Unión de Fabricantes de Electrodomésticos S.A. Ufesa. El compromiso de Ufesa con la innovación dirigida por el diseño ha sido, a lo largo de estos 60 años, una de las principales señas de identidad de la marca. Javier Bergareche, uno de los artífices de la Unión y Director General del Grupo Ufesa hasta el año 2002, expresaba el valor del diseño para la estrategia de la empresa:

«Buscábamos que todos nuestros productos tuvieran Diseño. Era importante que no solo fueran agradables de ver sino también de usar, porque el Diseño significa mucho más que solo hacer que las cosas sean bonitas. Es lo que ADN DESIGN supo aportar a nuestros productos».

Sandwichera TOP4, ADN DESIGN para Ufesa Industrial, 1992.

Cuando en el año 1990 Javier Bergareche nos invitó a participar en un concurso restringido para diseñar una nueva plancha a vapor, entendimos instantáneamente que el reto que nos estaba proponiendo era realmente fascinante. Ufesa estaba buscando no solamente los servicios de diseño para un pequeño electrodoméstico, sino una colaboración a largo plazo mucho más estratégica, que les permitiera configurar y afinar los detalles de la personalidad y la cultura material de la marca. El objetivo de aquel primer proyecto era la creación de un paisaje visual y afectivo que perdurara en el tiempo y que incluyera no solamente el diseño de los propios electrodomésticos, sino también el diseño y la ejecución de los stands en las principales ferias del sector.

STYRIUM, ADN DESIGN para Krainel, 1993.

«Es cierto que en Ufesa los directivos estábamos directamente implicados en el Diseño y en su adecuación a la filosofía de nuestra marca», proseguía Javier Bergareche. Un enorme número de productos jalonan la fructífera colaboración de Ufesa con ADN DESIGN, como la gama de sandwicheras TOP de 1992, que resultó un éxito en ventas, o la plancha a vapor Styrium de 1993, que impulsó la internacionalización de la marca. El radiador integral Bravo (1997) fue otro de esos productos emblemáticos que, junto a la plancha a vapor Solium (1999), fue seleccionado para formar parte de la colección permanente del Museu del Disseny de Barcelona.

BRAVO, ADN DESIGN para BSH Ufesa Industrial, 1997.
SOLIUM, ADN DESIGN para BSH Krainel, 1999.

En 1997, Ufesa era ya líder del mercado en España y Portugal, con una facturación cercana a los 17.000 millones de pesetas. Esta exitosa trayectoria llamó la atención de Bosch & Siemens Hausgeräte GmbH, Grupo BSH, que en 1998 compró el 80% del capital de la compañía. Esta adquisición permitió a las dos empresas llevar a cabo sinergias significativas no sólo en la fabricación, sino también en la venta. La empresa española aprovechó la plataforma que le proporcionaba la multinacional alemana para extender la marca por los mercados internacionales y el Grupo BSH se hizo con el valor que la marca Ufesa tenía en España y Portugal.

Durante el proceso de integración en el seno del grupo alemán, que culminó en el año 2002, ADN DESIGN siguió diseñando para Ufesa pequeños electrodomésticos fascinantes y únicos. De esa época es la gama de secadores de pelo Syrius (1998), que planteaba una innovadora configuración formal con el mango adelantado, o la freidora de resistencia sumergida FR1820 (2002) que, con su imagen amigable y su carácter sofisticado, se desmarcaba de todo lo que había en el mercado hasta el momento.

SYRIUS, ADN DESIGN para BSH Ufesa, 1998.
FR1820, ADN DESIGN para BSH Ufesa Industrial, 2002.

Por otro lado, ADN DESIGN también fue seleccionada para diseñar productos para el resto de las marcas del grupo alemán, como la exitosa plancha Bosch Sensixx B2 Allstar (2012), o la sofisticada Siemens TB36 extremePower (2012).

TB36 extremePower, ADN DESIGN para Siemens, 2012.

El Grupo BSH mantuvo las tres plantas de Ufesa como sociedades independientes pero, tras varias vicisitudes, anunciaría en 2004 el cierre de su planta más emblemática, la factoría navarra de Etxarri-Aranatz, que estaba especializada en la fabricación de radiadores de aceite, freidoras y otros pequeños electrodomésticos de cocina. La razón esgrimida fue la pérdida de competitividad frente a la presión ejercida por los países del sudeste asiático, con costes mucho más bajos. Solamente sobrevivió a la crisis el centro de competencia en planchado y la planta de fabricación que la multinacional alemana tenía en Vitoria-Gasteiz, BSH Krainel.

En 2018, el grupo catalán B&B Trends, bajo la dirección de Inés Negra y Àngel Riudalbàs, adquirió la marca Ufesa y la planta de fabricación de planchas y centros de planchado, incluyendo sus activos, la propiedad industrial específica y su centro de competencia de investigación y desarrollo. Con una filosofía basada en ofrecer los mejores productos con un diseño excepcional y una óptima relación calidad-precio, la actual inversión en I+D+i permite a la marca seguir desarrollando productos innovadores para mejorar la vida diaria de sus fieles usuarios. Para celebrar este gran acontecimiento, la firma ha creado el lema 'Ufesa, siempre a tu lado', que acompañará la imagen gráfica de la compañía durante los próximos meses.

Personalmente ha sido un enorme placer y un privilegio formar parte del equipo que, desde hace seis décadas, ha contribuido a hacer de Ufesa una de las marcas más emblemáticas, innovadoras y queridas en España.

Ufesa, siempre a tu lado.

08 mayo, 2023

Calabazas antes del anochecer

¡Y esos niños en hilera,
llevando el sol de la tarde
en sus velitas de cera!...

¡De amarillo calabaza,
en el azul, cómo sube
la luna, sobre la plaza!

Antonio Machado.

Las calabazas han inspirado una enorme cantidad de narraciones y sueños a lo largo del tiempo. Hace muchos años, en aquellas míticas salas de cine de nuestra infancia, vimos a una humilde calabaza transformarse en la fabulosa carroza de Cenicienta. Pero, justo con la última campanada de medianoche, volvía a adoptar su forma original para frustrar el futuro feliz de los enamorados.

Dar calabazas a alguien significaba coloquialmente defraudar sus expectativas, sobre todo en el terreno amoroso, aunque más tarde se usó también para el suspenso académico en un examen, o para el fracaso en un concurso. La calabaza era, por ejemplo, uno de los premios que aparecían en la subasta final del programa de televisión «Un, dos, tres...» para desgracia de los concursantes, ya que suponía irse a casa sin nada, enterrando todas sus ilusiones. Sin embargo, el ilustrador José Luis Moro Escalona (1926-2015) transformó esta temida calabaza en una de las mascotas más recordadas y queridas de la historia de la televisión en España. El carácter jovial, ingenioso y alegre de la calabaza Ruperta conquistó a la audiencia televisiva de finales de los años 70, mientras las economías familiares se sumían en la espiral inflacionista de la crisis del petróleo.

Pero si por algo recordamos las calabazas es por su conexión con el otoño. Mucho antes de que Halloween llegara a todos los rincones del planeta, los niños transformaban en linternas las calabazas del huerto familiar durante la fiesta del solsticio de invierno. En la noche de los difuntos, o Samaín según la tradición celta, las calabazas se tallaban y se ponía dentro una vela para espantar a los malos espíritus en las noches cada vez más cortas del otoño.

Sin lugar a dudas, la calabaza es uno de los objetos liminales más cautivadores y significativos. Habitando en esa frontera compleja y ambigua que se abre entre dos mundos, las calabazas han dado alas a un buen número de diseñadores y artistas para concebir creaciones fascinantes. Tal vez las más reconocidas son las de Yayoi Kusama.

Las calabazas de esta artista japonesa nacida en 1929 se han convertido en un elemento imprescindible del arte contemporáneo, y han contribuido a convertirla en una de las artistas vivas más cotizadas del mundo. Kusama empezó a dibujar calabazas de niña en el Japón de preguerra, donde su familia tenía un vivero de calabazas kabocha. Desde entonces, las reconocibles calabazas punteadas de Kusama han aparecido en una enorme variedad de formatos. Para Kusama, las calabazas son motivos cálidos y humorísticos que, a veces, parecen figuras humanas. «Lo que más me atraía era la generosa falta de pretensiones de la calabaza», dijo la artista en una ocasión.

Mucho menos conocida es la serie de sillones Pumpkin, que el diseñador francés Pierre Paulin (1927-2009) creó en 1971 para los apartamentos privados de Claude y Georges Pompidou en el Palais de l'Elysée. El objetivo del presidente francés era impulsar la sufrida industria del diseño de la nación a finales de la década de 1960, y tenía la receta adecuada: una remodelación completa del apartamento presidencial diseñada por el joven talento francés.

Paulin cumplió y en poco tiempo los dignatarios extranjeros estaban admirando los muebles franceses del futuro. Formalmente, el sillón Pumpkin evocaba una calabaza gigante que ofrecía una envoltura cálida y acogedora. Sin embargo, su éxito comercial se hizo esperar. No ganó seguidores de culto hasta principios de la década de 2000, cuando el mundo de la moda francesa lo redescubrió en una galería de Nueva York. El propio Pierre Paulin democratizó su distribución en 2007, cuando diseñó una versión más fácil de producir para el fabricante francés Ligne Roset. Diez años más tarde, en 2017, los herederos de Paulin reeditaron los diseños, siguiendo las especificaciones originales y el requisito inicial de 'made in France'.

Las luminarias Calabash™ son otra de esas fascinantes creaciones inspiradas en las calabazas. Diseñadas en el año 2010 por Komplot Design para la firma danesa Fritz Hansen, las luminarias de suspensión Calabash™ se inspiran en la forma sencilla y armoniosa de la calabaza. Fabricadas en aluminio y acabadas en cromo o con revestimiento texturizado, evocan un equilibrio muy cuidado entre artesanía y tecnología. La combinación de formas cóncavas y convexas permite reflejar la habitación para manifestar una cautivadora calidad escultórica.

Un enfoque libre y experimental del proceso de diseño, combinado con una atenta vigilancia de las tecnologías de producción, han hecho de Komplot Design una de las consultorías europeas de diseño más interesantes. El arquitecto Poul Christiansen y el diseñador Boris Berlin, fundadores de Komplot Design, están convencidos de que «el diseño es un cuerpo intermedio, un eslabón que surge en la tensión en una tierra de nadie: tensión entre arte e ingeniería, entre fabricante y consumidor/usuario, entre diferentes culturas, entre tradición e innovación, racionalidad e intuición, lógica y emoción...» En definitiva, el diseño es una forma de pensar la liminalidad. «La alta tensión entre estas contradicciones polares es la condición para que los diseños funcionen con éxito», concluían.

Durante milenios los humanos hemos utilizado las diferentes variedades de calabaza no sólo para alimentar a los miembros de nuestra comunidad; también han sido botellas, contenedores de alimentos, sombreros, faroles, muñecos, esteras, instrumentos musicales y muchas cosas más. Aquí reside la más fascinante y significativa historia natural de la calabaza: muy probablemente fue la primera planta cultivada en el mundo para ser utilizada como recipiente. Y este hecho daría un vuelco radical a nuestra percepción del mundo natural. Por primera vez en la historia, los humanos no cultivábamos un alimento, sino un objeto.

Hoy más que nunca, los diseñadores necesitamos dejar de extraer para empezar a cultivar.

En muchas leyendas africanas se presenta la calabaza como un recipiente para el conocimiento y la sabiduría. Estos recipientes deben impulsar un discurso del todo nuevo sobre el diseño.

Para recuperar la sabiduría local y la innovación indígena.
Para trabajar de forma sostenible con ecosistemas complejos.
Para borrar las fronteras que existen entre los humanos y la naturaleza.
Para salvar espacios naturales que de otro modo desaparecerán...

Necesitamos cultivar objetos.

30 abril, 2023

Soñando con Trilobites

Los Trilobites son una clase de artrópodos marinos que aparecieron en el período Cámbrico, hace unos 540 millones de años. Estas fascinantes y extrañas criaturas de aspecto acorazado prosperaron en los océanos terrestres durante la friolera de 270 millones de años. Pero hace unos 252 millones de años, después de sobrevivir incluso a dos extinciones masivas, los Trilobites desaparecieron del registro fósil. ¿Qué acabó finalmente con estos resistentes habitantes del fondo marino?

La desaparición de los Trilobites coincidió con la extinción del Pérmico-Triásico, el tercer evento de extinción masiva y el más devastador. Una serie de erupciones volcánicas en lo que hoy sería Siberia expulsaron enormes cantidades de lava y cenizas durante unos 2 millones de años. Estas violentas erupciones enviaron billones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, provocando el calentamiento global y la acidificación de los océanos. Hasta el 95% de las especies marinas sucumbieron a la catástrofe de finales del Pérmico. Los Trilobites, que ya habían comenzado una espiral descendente tras los anteriores eventos de extinción masiva, no pudieron resistir las nuevas condiciones provocadas por las enormes erupciones volcánicas.

Sin embargo, estas resistentes criaturas del fondo marino han inspirado a un buen número de diseñadores para desarrollar productos fascinantes y únicos. El Electrolux Trilobite fue una aspiradora robótica fabricada por la corporación sueca Electrolux. El prototipo del aparato fué presentado en el programa de televisión de la BBC Tomorrow's World en 1996. Perfeccionado en las instalaciones de desarrollo de Electrolux en Suecia y lanzado al mercado en el año 2001, este innovador producto incorporaba una aspiradora y un cepillo giratorio extraible.

Si bien no fue la primera aspiradora robótica para el hogar, Trilobite representó un salto importante en la tecnología robótica. Mientras que otras aspiradoras semiautónomas pequeñas se movían aleatoriamente por la habitación, Trilobite usaba ultrasonidos para detectar obstáculos y evitarlos. Al igual que un murciélago, el Trilobite emitía vibraciones ultrasónicas para crear un mapa de la habitación y recordarlo para futuras limpiezas. Su poder de procesamiento es lo que destacaba el perfil de Trilobite sobre la competencia, cuyos robots aspiradores solo reaccionaban ante una situación, como chocar contra un mueble, y no almacenaban datos en su memoria. A partir del modelo Mark 2, Trilobite incorporó también un sensor infrarrojo para detectar cambios en la elevación del suelo y evitar caidas por las escaleras.

Pero Electrolux Trilobite no ha sido el único desarrollo inspirado en estos fabulosos artrópodos marinos. Un estudio aparecido en el año 2022 en la prestigiosa revista Nature anunciaba la creación de una cámara inspirada en los ojos bifocales de uno de los primeros Trilobites. Dalmanitina socialis poseía un sistema visual único con ojos compuestos por dos unidades de lentes ópticamente homogéneas de diferentes índices de refracción. Como resultado, cada ojo podía enfocar simultáneamente objetos cercanos -como presas flotantes- y objetos distantes -como eventuales enemigos que pudieran acercarse-. El estudio de este complejo sistema de visión ha permitido a los investigadores concebir una cámara con una lente bifocal con una profundidad de campo sin precedentes. La cámara, que puede tomar imágenes simultáneamente de objetos tan cercanos como 3 centímetros y tan lejanos como 1,7 kilómetros, promete revolucionar los futuros sistemas de imágenes de alta resolución.

Janine M. Benyus acuñó el término Biomimética para describir el diseño inspirado intencionalmente en la naturaleza para resolver problemas humanos. En su influyente libro Biomimicry: Innovation Inspired by Nature (1997), desarrollaba la tesis básica de que los seres humanos deben emular conscientemente el genio de la naturaleza en sus diseños. Bajo el lema «¿Qué haría la naturaleza?», Benyus anima a la gente a estudiar formas, procesos y sistemas naturales para observar qué funciona y qué perdura en el tiempo.

Si bien Benyus sostenía que «después de 3.800 millones de años de investigación y desarrollo, los fracasos son fósiles, y lo que nos rodea es el secreto de la supervivencia», parece erróneo calificar de fracaso evolutivo a una clase de artrópodos que prosperó en los océanos de nuestro planeta durante 270 millones de años. Basta recordar humildemente que la antigüedad del género Homo se estima en tan solo 2,5 millones de años.

Los Trilobites no son fracasos, sino unos extraordinarios y resilientes organismos que pueden promover la creatividad, construir nuevas narraciones fascinantes y memorables, e impulsar la pertenencia a un mundo que evoluciona hacia una diversidad, elegancia, belleza, interrelación y autoconciencia cada vez mayores.