09 agosto, 2023

Automóviles cultivados

Como el profeta Jonás intentando eludir el encargo divino, o el maestro Geppetto en su búsqueda de Pinocchio, muchas narraciones describen episodios donde una enorme criatura marina engulle al protagonista para iniciar un viaje de transformación hacia una nueva y luminosa orilla.

Chevrolet Corvette XP-755 Mako Shark, 1961.

La industria del automóvil, consciente del enorme poder de estas narraciones, se ha inspirado en múltiples ocasiones en organismos marinos para dar forma a sus creaciones más asombrosas. El Citroën DS "Tiburón", diseñado por Flaminio Bertoni en 1955, o el Chevrolet Corvette XP-755 Mako Shark, diseñado por Larry Shinoda —bajo la dirección del jefe de diseño de General Motors, Bill Mitchell— en 1961, ocupan los primeros lugares de una larga lista de automóviles inspirados en especies marinas como el tiburón blanco, la barracuda, la orca, el pez vela o la mantarraya.

Ostraciidae - Ostracion cubicus.

Sin embargo, el pez más famoso de la historia del diseño automovilístico no es un gran depredador oceánico, sino un pequeño organismo de apariencia ridícula: el pez cofre (Ostraciidae). Esta familia de peces óseos destaca por un sorprendente patrón de nido de abeja en su piel. Sus escamas hexagonales se fusionan en un caparazón sólido en forma de caja, del cual sobresalen las aletas, la cola, los ojos y la boca. Esta configuración permite que el pequeño pez, además de presentar una aerodinámica asombrosa, sea extremadamente ágil y maniobrable.

En el año 2004, los ingenieros del Centro de Tecnología de Mercedes-Benz y el Departamento de Investigación de DaimlerChrysler estaban buscando por primera vez un ejemplo específico en la naturaleza para explorar el gran potencial de la biónica en el desarrollo de automóviles. El candidato ideal era el pez cofre amarillo, Ostracion cubicus. Este pequeño habitante de los arrecifes de coral no solo se aproximaba a la idea de un automóvil aerodinámico, seguro, cómodo y respetuoso con el medio ambiente, sino que también podía inspirar la configuración formal y estructural del automóvil.

Modelo del pez cofre para el túnel de viento.

Así nacía el proyecto Mercedes-Benz Bionic, un vehículo conceptual que se presentó en el Daimler Chrysler Innovation Symposium celebrado en Washington en 2005. «Nos sorprendió cuando este pez de aspecto torpe se convirtió en nuestro modelo para diseñar un automóvil aerodinámico y de bajo consumo», comentaba el doctor Thomas Weber, entonces Jefe de Investigación y Desarrollo de DaimlerChrysler. Sin embargo, a pesar de su cuerpo en forma de cubo, este pez tropical es extraordinariamente aerodinámico. Mediante un modelo del pez cofre construido con precisión, los ingenieros de Stuttgart obtuvieron un coeficiente de resistencia aerodinámica Cd de solo 0,06 en el túnel de viento.

Con el fin de aprovechar este gran potencial, los especialistas de DaimlerChrysler crearon primero un modelo de coche a escala 1:4 cuya forma se basaba sustancialmente en el pez cofre. Durante las pruebas realizadas en el túnel de viento, se midió un coeficiente de resistencia aerodinámica de 0,095, un valor sin precedentes en el sector. Tras las necesarias adaptaciones para cumplir los exigentes requisitos de usabilidad, el modelo final aún conservaba un valor Cd de 0,19. El Mercedes-Benz Bionic totalmente funcional se encontraba entre los automóviles más eficientes de su categoría.

Mercedes-Benz Bionic Concept: Estudio estructural.

En colaboración con expertos en biónica, los investigadores desarrollaron también un proceso para trasladar el principio de crecimiento utilizado por la naturaleza a la ingeniería automovilística. Mediante simulación por ordenador, se configuraron los componentes de la carrocería y la suspensión de forma que el material de las zonas sometidas a menos cargas se hiciera menos resistente, e incluso pudiera eliminarse por completo, mientras que las zonas sometidas a más cargas se reforzaron de forma específica. Este proceso permitió identificar una geometría óptima de los componentes que cumplía por igual los requisitos de construcción ligera, seguridad y durabilidad. Las escamas hexagonales del pez cofre también obedecen al principio de máxima resistencia con el mínimo peso. Trasladado al revestimiento exterior de la puerta del coche, este principio de construcción natural producía un patrón de nido de abeja con hasta un 40% más de rigidez.

Mercedes-Benz Bionic Concept, 2005.

El resultado final de estos fascinantes hallazgos fue un vehículo único de dos puertas con cuatro cómodos asientos individuales y un coeficiente aerodinámico asombroso. A pesar de la profundidad de la investigación, las primeras críticas no tardaron en llegar.

Mercedes-Benz Bionic Concept, 2005.

El año anterior, en 2004, Mercedes-Benz había presentado el fabuloso SLR McLaren, un automóvil que se hacía eco de los sellos distintivos de los legendarios autos de carrera SLR de la década de 1950 y los combinaba magistralmente con un lenguaje de diseño sofisticado y vanguardista. Carácter y estilo para crear un automóvil con un carisma único: una síntesis de leyenda e innovación que resultaba impresionante en todos los aspectos. Frente a este emocional y sofisticado modelo, el Mercedes-Benz Bionic aparecía como un extraño y torpe ejercicio intelectual. Ni siquiera parecía un Mercedes-Benz. Nunca llegó al mercado.

Mercedes-Benz SLR McLaren, 2004.

Posteriores análisis científicos revelaron además que en el transcurso de su evolución, el pez cofre había renunciado a la velocidad y la potencia por una variedad de herramientas defensivas y una maniobrabilidad sin precedentes. Tanto los experimentos como las simulaciones mostraron que los peces cofre son en realidad extremadamente inestables en el agua y tienden a vacilar, balancearse, agacharse y cabecear hacia todos lados mientras nadan. Sin embargo, este extraño comportamiento de natación les permite girar con sorprendente agilidad en el intrincado laberinto de sus hogares en los arrecifes de coral. Malas noticias para Mercedes-Benz, pero una notable lección para los especialistas en biomimética.

La siguiente incursión de los equipos de diseño y desarrollo de Mercedes-Benz en el campo de la innovación inspirada en la naturaleza siguió una estrategia radicalmente diferente. En lugar de tratar de identificar un organismo biológico que pudiera dirigir las decisiones de diseño, optaron por formular una pregunta sorprendente: si la naturaleza diseñara un automóvil Mercedes-Benz... ¿cómo lo haría?

En el concurso Los Angeles Design Challenge de 2010, los diseñadores de Mercedes-Benz Advanced Design Studios en Carlsbad, California, sorprendieron a todos con una presentación revolucionaria. Inspirándose en la naturaleza, diseñaron un vehículo totalmente integrado en el ecosistema, desde el momento de su creación hasta el final de su vida útil.

«Como inventores del automóvil, queríamos mostrar la visión del vehículo perfecto del futuro, que se crea y funciona en completa simbiosis con la naturaleza. El Mercedes-Benz BIOME Concept es un híbrido de tecnología natural y forma parte del ecosistema de nuestra Tierra. Crece y prospera como las hojas de un árbol», explicaba Hubert Lee, director de los estudios de diseño avanzado de Mercedes-Benz. En la edición de aquel año, el concurso había pedido que se creara la visión de un coche compacto, seguro y confortable, con una buena maniobrabilidad, un diseño de primera clase, y que pesara en sólo 1.000 libras (unos 454 kg).

El vehículo simbiótico Mercedes-Benz BIOME Concept no estaba fabricado en una planta de montaje, sino cultivado a partir de ADN propio en el vivero de Mercedes-Benz. Como parte de este proceso, el vehículo se creaba a partir de dos semillas: El interior del BIOME crecía a partir del ADN de la estrella de Mercedes situada en la parte delantera del vehículo, mientras que el exterior lo hacía a partir de la estrella de la parte trasera. Para adaptarse a las necesidades específicas de cada cliente, la estrella de Mercedes se modificaba genéticamente en cada caso, y el vehículo crecía cuando el código genético seleccionado se combinaba con la cápsula de la semilla. El automóvil estaba hecho de un material orgánico ultraligero llamado BioFibre, significativamente más ligero que el metal o el plástico, pero más robusto que el acero.

Mercedes-Benz BIOME Concept, 2010.

Como se explicaba en los paneles de presentación, el Mercedes-Benz BIOME estaba alimentado por un nuevo combustible bautizado como BioNectar4534 que se almacenaba en la carrocería, el chasis y las ruedas del vehículo. Para recargar el automóvil, Mercedes-Benz había previsto integrar en los árboles unos receptores que trabajaban transformando la energía solar en BioNectar4534, lo que impulsaría la plantación de árboles. Al igual que las plantas, el vehículo simbiótico de Mercedes-Benz producía oxígeno, contribuyendo a mejorar la calidad del aire. Al final de su vida útil, el Mercedes-Benz BIOME se podía compostar por completo o utilizarse como material de construcción. Gracias al uso exclusivo de tecnologías verdes, se integraba perfectamente en el ecosistema.

Mercedes-Benz BIOME Concept, 2010.

Las reacciones frente a esta disruptiva propuesta mostraron claramente la incomodidad de muchos analistas con el diseño de futuros: «¿Será algún día realidad? ¿Podrán cultivarse automóviles en un laboratorio?», eran las preguntas más recurrentes. La historia de la automoción está repleta de asombrosos modelos conceptuales que han impresionado a todos con un diseño futurista, características increíbles y estilo atrevido. Son estos automóviles los que han traspasado los límites de lo que creíamos posible y continúan inspirando a las nuevas generaciones de diseñadores.

Mercedes-Benz BIOME Concept, 2010.

En un mundo que se va a enfrentar a tremendos desafíos ambientales en los próximos años, necesitamos de manera cada vez más urgente propuestas conceptuales que permitan ampliar y debatir el campo de los escenarios posibles. No podemos seguir utilizando los viejos principios. En lugar de centrarnos exclusivamente en la viabilidad económica, o en la factibilidad técnica, los diseñadores debemos explorar nuevas posibilidades que permitan construir narrativas apasionantes y únicas. Este principio ha impulsado la creación de Cucurbita trilobulata y otras propuestas que forman parte del Gabinete de Curiosidades de Sugaar Studio. Objetos para pensar en nuevas relaciones con nuestro planeta.

¿Salvajemente ambiciosos? Sí. ¿Completamente inverosímiles? Tal vez, pero lo que necesitamos ahora es imaginar y cultivar un futuro más responsable, más sostenible y más bello.

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