20 junio, 2023

Cucurbita trilobulata

Es hora de dejar espacio a la imaginación, abrir nuestra boca de asombro y sentir el corazón henchido y la piel de gallina. Es hora de abandonar el miedo, superar la tristeza y sacudir la autocomplacencia para empezar a celebrar la emoción, la creatividad, la fantasía, la belleza y la magia.

Un reciente estudio de Wunderman Thompson Intelligence señalaba que el 74% de las personas dice que siente como si estuviera esperando que ocurra algo bueno. Tras el confinamiento debido a la pandemia, los problemas económicos, las desigualdades crecientes, los horrores de la guerra o la emergencia de la crisis climática, casi tres cuartas partes de la gente tiene una sensación de ausencia difícil de definir. Estos tiempos inciertos han impulsado una actitud más pragmática y más realista pero, a la vez, estamos asistiendo al inicio de una nueva transformación afectiva. La gente busca experiencias que evoquen emociones de alegría y asombro, anhelando lo disruptivo, lo surrealista o lo que no es de este mundo. Se ha liberado el apetito de alegría y diversión y las personas están cada vez más abiertas a la acción y la aventura, sin dejar de incluir una pizca de misterio y el deseo de experimentar algún escalofrío. En un mundo racional y explicado, en el que estamos siempre atareados y ansiosos, necesitamos sentir algo, ya sea gozo, asombro, sorpresa, o entusiasmo.

Según Marie Stafford, Directora Global de Wunderman Thompson Intelligence, tres son los ingredientes principales que dan forma a este anhelo de encantamiento: En primer lugar, la búsqueda de un nuevo despertar que aporte propósito y sentido a un mundo caótico y confuso; En segundo lugar, el deseo de trascender lo cotidiano y sentirse parte de algo más grande que nosotros mismos; y por último, el impulso optimista que pueda abrir paso a un futuro más amable y esperanzador.

Cucurbita trilobulata es una nueva especie híbrida que explora este anhelo de magia que está permeando tanto territorios físicos tangibles como entornos inmersivos virtuales. La calabaza que ha inspirado esta luminaria fue la primera planta cultivada en el mundo para ser utilizada como recipiente. Por primera vez en la historia, los humanos no cultivábamos un alimento, sino un objeto. Desde entonces hemos cultivado una gran variedad de plantas para ser utilizadas como vestidos, sombreros, bastones, cantimploras, escudillas, instrumentos musicales, cestas, cuerdas... hasta sillas. El banquero y agricultor John Krubsack fue el primero en crear una silla viva, que se cosechó en 1914 después de haber crecido durante 11 años.

Con el advenimiento de la era industrial, todas estas plantas cultivadas para obtener objetos fueron gradualmente abandonadas o marginadas. ¿Para qué cultivar una calabaza como recipiente si es más económico y conveniente fabricarlo? Sin embargo, hoy estamos llamados a repensar nuestra relación con el mundo natural. A pesar de todos nuestros avances tecnológicos, dependemos completamente de ecosistemas sanos y vibrantes para obtener agua, alimentos, medicinas, ropa, cobijo y energía.

Al contrario de lo que podría pensarse, Cucurbita trilobulata no es un objeto fabricado en una planta de ensamblaje, sino cultivado en un invernadero. Una luminaria totalmente integrada en el ecosistema natural, desde el momento de su creación hasta el final de su vida. Cucurbita trilobulata crece en un entorno completamente orgánico a partir de semillas cultivadas en un vivero que, al igual que las plantas, obtiene su energía de la luz solar. Toda la luminaria está hecha de materia orgánica, incluida la cápsula que emite luz, por lo que al final de su vida retorna de nuevo a la naturaleza.

¿Fantástico? ¿Maravilloso? ¿Absolutamente imposible?

Antes de aventurar una respuesta precipitada, en los próximos artículos vamos a explorar algunos proyectos que proponen fascinantes simbiosis con la naturaleza. Como se preguntaba la arquitecta y diseñadora Neri Oxman en una reciente conversación con Paola Antonelli, curadora senior de Arquitectura y Diseño en el MoMA:

How can we learn from an organism or a natural process and how can we collaborate to create a co-authored piece of work?

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