14 marzo, 2023

El equilibrio del caracol

Los caracoles más enigmáticos de mi infancia no patinaban sobre verdes musgos, ni dejaban su rastro de plata sobre las hojas de la higuera. Eran maravillas de piedra que aparecían en las montañas que encajaban el amplio cauce del río Ebro en la Merindad de Valdivielso, restos de una fabulosa marisma fosilizada. Caracol Miricol, milagro de volutas geométricas entre las calizas que la lluvia de muchos inviernos iba descomponiendo poco a poco. Allí estaban, esperando a que las manos de los niños los encontraran e hicieran de ellos objetos distinguidos. Maravillas fosilizadas.

«Donde el sujeto y el objeto se tocan, está la vida», comentaba Johann Wolfgang von Goethe a Alexander von Humboldt mientras paseaban por el inmenso jardín que rodeaba a la casa de descanso que el poeta tenía sobre el río Ilm. Los dos amigos hablaban sobre las estrechas y emocionantes relaciones entre la ciencia y la poesía. Goethe compartía con el científico su impresionante colección de fósiles, minerales y rocas, casi 19.000 piezas. Entre todas ellas atesoraba varios ejemplares de ammonoidea, los increíbles cefalópodos marinos con concha en espiral que existieron hasta hace 65 millones de años. Humboldt describía para el poeta los fabulosos caracoles que había visto durante su peregrinaje por ese gran organismo vivo que era para el naturalista la selva amazónica, o durante su tortuosa ascención al Chimborazo.

Los caracoles han sido protagonistas de un enorme número de historias sorprendentes e inspiradoras. La última que he encontrado se titula "The Snail with the Right Heart: A True Story", un bellísimo cuento infantil de María Popova, ilustrado con enorme sensibilidad por Ping Zhu. La escritora nacida en Bulgaria narra con extraordinaria ternura una historia real sobre un caracol diferente, pero a la vez habla sobre la ciencia y la poesía de la existencia, sobre el tiempo y el azar, la genética y el género, el amor y la muerte. Todo se encuentra en este misterioso y extraño caracol que despliega la espiral de su concha en la dirección opuesta a la de otros caracoles.

Inspirados por todos estos maravillosos organismos, Sugaar Studio ha diseñado Zinginarri rubescens, una nueva especie híbrida que habla de la diversidad como eje de la resiliencia y de la maravilla como fuente de la belleza. Un caracol imaginario que tiene como hogar no una concha en espiral, sino un fascinante poliedro que tiene todos sus vectores de la misma longitud. Dicen que algunas mujeres hicieron de esta concha abandonada un prodigioso amuleto para invocar el equilibrio y la fertilidad.

Zinginarri rubescens

Los caracoles son siempre el centro de la vida.
Federico García Lorca lo expresaba con la claridad del sol sobre el rostro:

Caracol,
estate quieto.

Donde tú estés
estará el centro.

La piedra sobre el agua
y el grito en el viento
forman las imágenes
puras de tu ensueño.

Las circunferencias
imposibles en tu cuerpo.

Caracol, col, col, col
estate quieto.

Donde tú estés
estará el centro.

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