18 mayo, 2022

Lemniscata splendens

Si se toma una fotografía del cielo todos los días del año desde el mismo punto y a la misma hora, se puede comprobar que el Sol no ocupa siempre la misma posición; va describiendo una curva cerrada en forma de ocho que se conoce con el nombre de Analema. El cambio aparente de la posición del Sol en el cielo viene determinado por dos factores: la excentricidad de la órbita de la Tierra alrededor del Sol y la inclinación del eje de rotación de la Tierra respecto al plano de su órbita. La palabra «analemma» procede del verbo griego «analambanein», que significaba «llevar, reanudar, reparar», y originalmente designaba el pedestal de un reloj de sol.

Inspirados en esta fascinante curva, hemos diseñado Lemniscata splendens, una luminaria que invita a reflexionar sobre la forma del tiempo.

LA VENTANA DE VIVIANI

En geometría algebraica, una lemniscata es una curva con figura en forma de ocho. La palabra proviene del griego "lêmniskos", que significa "cinta". El estudio de las lemniscatas se remonta a Proclo, un filósofo y matemático griego que vivió en el siglo V a. C. Proclo consideró las diferentes secciones de un toro por planos paralelos a su eje. Como observó, la mayoría de las secciones consisten en uno o dos óvalos; sin embargo, cuando el plano es tangente a la superficie interna del toro, la sección transversal dibuja una figura en forma de ocho.

Una de lemniscatas más interesantes lleva el nombre del matemático italiano Vincenzo Viviani (1622-1703). La ventana de Viviani es una curva tridimensional resultante de la intersección de una esfera de radio R con un cilindro de radio R/2 que es tangente a la esfera. Viviani introdujo esta curva como un problema arquitectónico relativo a la creación de ventanas sobre una cúpula semiesférica.

En 1656, el matemático inglés John Wallis introdujo el símbolo del infinito como una lemniscata en una de sus obras más importantes: Arithmetica Infinitorum. Aunque es posible que la forma provenga de otros símbolos alquímicos o religiosos, como por ejemplo ciertas representaciones de la serpiente Ouroboros que se muerde la cola, muchos especialistas defienden que es la lemniscata correspondiente al Analema solar.

CHRONOS, AIÓN, KAIROS

Los antiguos griegos tenían tres dioses del tiempo: Chronos, Aión y Kairos.

Chronos es el dios del tiempo secuencial, numérico, la árida sucesión de acontecimientos que pasa inevitablemente, el tiempo profano que linealmente nos conduce hacia el futuro. En la mitología griega, Chronos devora a toda su descendencia para evitar que se subleven contra él. Es el dios que aniquila todo y a todos para conservar su eternidad.

Aión es el tiempo de la vida. Es señor del infinito y de lo inmóvil, de lo que no nace ni muere, de lo perfecto. Niño y anciano a la vez, en Aión la duración del tiempo se percibe como una inmersión sin principio ni fin. A veces aparece rodeado de la serpiente Ouroboros para indicar el eterno retorno. Iterativo y cíclico, Aión se convierte en el tiempo del proyecto artístico y de la experiencia estética.

Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en la dimensión del tiempo cronológico: el tiempo del reloj, del trabajo y de la tecnología, donde el pensamiento se desarrolla en una línea lógico-racional. Olvidamos que hay otras formas de experimentar el mundo, donde la razón no alcanza. El tiempo de Aión existe: el tiempo del eterno estar y retornar, de la acción perfecta que lleva el fin en sí misma, del pensamiento filosófico, de la conciencia.

Kairós, finalmente, es el dios caprichoso de la oportunidad, ese instante fugaz en el que algo importante sucede. Kairos es la ocasión, el momento favorable que cambia el destino del hombre. Pasa por nuestro lado y se va. Es un tiempo, pero también un lugar, un espacio distinto del tiempo eterno o del recorrido de las manillas del reloj. Es un nodo en una red de relaciones. Kairós es lo que hace aparecer a Aión en mitad de Chronos, haciendo que todo cambie. Único e irrepetibe, siempre está por llegar y, a la vez, siempre ha pasado. No hay manera de predecirlo.

LA CURVA DEL INFINITO

Lemiscata slendens es una luminaria que se propone como una reflexión colectiva sobre el tiempo. Un artefacto cultural que, en la tierra árida de Chronos, invita a crear otras maneras diferentes de estar y de vivir el tiempo.

Un tiempo integrador que permita superar el círculo de ansiedad e insatisfacción constante de la monótona y predecible vida diaria para hacer que sucedan acontecimientos, para crear posibilidades, para explorarlas desde la vida y su variedad, y no desde la muerte de nuestra autocomplacencia y nuestro desdén.

Un tiempo que transforme la duración, la medida y la cuenta atrás en un tiempo eterno, que aporte sentido y propósito a nuestras acciones. Un tiempo de vida, una eternidad encerrada en solo un parpadeo.

Lemniscata splendens utiliza una doble curva de Viviani -con ramas de diferente amplitud- para crear una luminaria única, una cinta dorada que envuelve el tiempo y el destino de los humanos. Suspendidos bajo esta cinta, tres cuerpos celestes nos hablan del caos y de los fenómenos que no responden a una dinámica lineal.

Splendens es un epíteto latino que significa "brillante, resplandeciente, espléndido". Tiempo de Chronos, Aión y Kairos.

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