El término historia natural se utiliza desde la antigüedad clásica para referirse a un conjunto de disciplinas científicas basadas en la observación e interpretación detallada de los fenómenos naturales, principalmente los biológicos.
La historia natural comenzó con Aristóteles y otros filósofos antiguos que analizaron la diversidad del mundo natural. En su obra Naturalis Historia del año 77, Plinio el Viejo entendía que la historia natural abarcaba todo lo que se podía encontrar en el mundo, incluidos los seres vivos, la geología, la astronomía, la tecnología, el arte, la medicina e incluso la magia. Sí, también las creaciones humanas formaban parte de la naturaleza.
La historia natural avanzó muy lentamente durante la Edad Media en Europa, aunque en el mundo árabe y oriental lo hizo a un ritmo mucho más rápido. Durante el Renacimiento, los eruditos volvieron a la observación directa de plantas y animales, y muchos mecenas comenzaron a acumular grandes colecciones de especímenes exóticos y monstruos inusuales en sus gabinetes de curiosidades. El rápido aumento en el número de organismos conocidos provocó muchos intentos de clasificar y organizar las especies en grupos taxonómicos, que culminaron en el sistema del naturalista sueco Carl Linnaeus (1707-1778).
En la Europa moderna se establecieron las nuevas disciplinas profesionales independientes que todos conocemos: fisiología, botánica, zoología, geología, paleontología... La historia natural, que había sido la única materia impartida por los profesores de ciencia en las escuelas, fue repudiada por los científicos y quedó relegada a ser una actividad de aficionados. Sin embargo, tal vez hoy sea más necesario que nunca recuperar su carácter transversal e integrador para enfrentar los serios desafíos ambientales que se dibujan en el horizonte.
Inspirado por este inmenso y extraordinario campo de estudio, he decidido emprender esta colección de Fragmentos de Historia Natural. Las tres primeras entregas han sido Elasmotherium kyivensis, Oreaster officinalis y Lemniscata splendens. Para la denominación de cada pieza he seguido el sistema de clasificación de Linneo, con dos términos en latín, que se toman prestados de las especies en las que se inspiran o de otras denominaciones científicas o culturales.
En la Escocia victoriana, se creía que el estudio de la historia natural contrarrestaba los efectos nocivos de la vida urbana y contribuía a una buena salud física y mental. Actualmente, la tradición de la historia natural forma una parte importante de las investigaciones y los estudios de diseño, especialmente gracias a la biónica de Bruno Munari, la biomimética de Janine Benyus o la ecología material de Neri Oxman, por citar solo algunas de las más fascinantes contribuciones.
La colección, que puede habitar tanto en lugares físicos tangibles como en cualquier espacio virtual compartido en 3D, es sobre todo una llamada a la acción. Los últimos hallazgos científicos nos están mostrando escenarios futuros cada vez más sombríos. Según un estudio de 2022 publicado en la revista Science, la vida en los océanos está en el mayor peligro que ha experimentado desde que un asteroide golpeó la Tierra hace unos 66 millones de años y acabó con los dinosaurios.
Hay, sin embargo, un pequeño espacio para la esperanza: todavía hay tiempo para prevenir los peores escenarios de extinción posibles. Esta colección es una llamada a abandonar la espiral autodestructiva en la que estamos sumergidos. Fragmentos de Historia Natural es un ecosistema de especies híbridas concebidas para transformar nuestra complacencia colectiva en acción.
De las aguas tropicales y templadas de los océanos Atlántico, Índico y Pacífico, está a punto de llegar la próxima entrega, Elysia liminalis, una nueva especie híbrida concebida bajo el signo del dios Jano.
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