Hace unos días fallecía el arquitecto, diseñador y profesor Remo Buti.
Nacido en Florencia en 1932 en una familia de alfareros, Remo Buti se graduó en Arquitectura en la Universidad de Florencia y comenzó su carrera profesional como ceramista para importantes firmas italianas. En los años sesenta se unió al movimiento florentino de Arquitectura Radical junto al artista Gianni Pettena y los movimientos 9999 y Zziggurat. En 1973 fundó con el arquitecto Andrea Branzi la Cooperativa d’Avanguardia Italiana, un laboratorio experimental de arquitectura y diseño.
Ese mismo año, una vez agotada la experiencia del Diseño Radical, los protagonistas del movimiento decidieron dar vida a una serie de propuestas y experimentos relacionados con la educación bajo el nombre de Global Tools. A pesar de su corta trayectoria, esta iniciativa «sin estudiantes ni profesores» se convirtió en una de las experiencias culturales y educativas más fascinantes del pasado siglo. Después de más de cuarenta años, todavía tiene hoy la fuerza para ayudarnos a entender —y por lo tanto a diseñar— lo nuevo a partir de lo viejo. «Los problemas urgentes que enfrentamos hoy, inherentes a la ecología, la globalización y la justicia social, parecen asemejarse mucho a los que enfrentaba Global Tools en aquel momento, aunque las circunstancias específicas fueron completamente diferentes», apuntaba Beatriz Colomina en el libro que recoge esta singular iniciativa.
La gran pasión de Remo Buti fue siempre la docencia. A sus clases en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Florencia asistieron durante veinte años, de 1982 a 2002, figuras indiscutibles del diseño italiano como Massimo Iosa Ghini, Stefano Giovannoni, Guido Venturini, Marta Sansoni, Massimo Donegani, Matteo Thun, Aldo Cibic y muchos otros. Como relataban en Domus los autores del libro Vari-età, que retrataba recientemente su universo, Buti ofrecía a sus alumnos «la oportunidad de practicar el arte del conflicto, de la fuga, de la huida de una realidad dada y planificada desde arriba; les pedía que encontraran el “movimiento del caballo”, que es la brecha creativa que pertenece al artista, esa brecha que es capaz de unir variedad y exceso, el lugar donde conviven las diferencias».
Buti vivió la universidad como un laboratorio de experimentación. Su perfil humano, irónico, ingenioso, mordaz y amable nos acompañará siempre. Que la tierra te sea leve, maestro.
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