21 enero, 2022

Soy mayor, no idiota

Una historia de ficción sobre la humanización de los servicios bancarios.

Fotografía de Monstera en Pexels.

La anciana recorrió el largo pasillo hasta la salita de la entrada, donde estaba cargando su teléfono móvil. Marcó el número de su banco.

—Buenos días Mercedes, soy Aine, ¿cómo se encuentra hoy?

—¡Ay, hija! Tengo el frío metido en el cuerpo, con este invierno que estamos teniendo.

—Sí que hace frío, Mercedes, y más que va a hacer los próximos días en toda la región, por lo que han comentado. No se olvide de poner la calefacción en casa que, aunque la energía está a un precio muy alto, ya le han abonado el reconocimiento social y no es cuestión de coger algún catarro, o algo peor, por ahorrar solo unos euros.

—Tienes razón hija, ya he acabado de ventilar un poco las habitaciones que dan al patio y en unos minutos la caldera empezará a calentar de nuevo la casa.

—Muy bien, Mercedes. Además, quería comentarle que su hijo Andrés le ha hecho una transferencia el jueves pasado de cuatrocientos euros, por lo que su cuenta tiene fondos suficientes como para no preocuparse por el precio de las cosas.

—Sí, Andrés no me llama casi nunca, que está muy ocupado con su nuevo trabajo, pero la última vez que hablé con él ya me dijo que me iba a hacer una transferencia para ayudar con los gastos de la casa. Muchas gracias por decírmelo, hija.

—Gracias a usted, Mercedes. Ya sabe que, aunque soy una inteligencia artificial, siempre me preocupo por usted. ¿Puedo ayudarle en algo más?

—Por eso te llamaba, hija, necesito sacar ochenta euros de mi cuenta.

—Por supuesto, Mercedes ¿Ochenta euros?

—Sí, que los nietos vendrán el sábado y siempre me gusta darles algo para sus gastos. Ya sabes, cosas de abuelas.

—Claro, Mercedes, pero usted no salga de casa, que está todo nevado. Mañana mismo Guillermo, nuestro vigilante jurado, debe pasar por esa zona y se acercará a su casa para llevarle un sobre con el dinero, en billetes pequeños para que pueda repartirlo como le parezca.

—¿Guillermo, ese chico moreno tan alto que parece que siempre va sonriendo?

—El mismo, Mercedes, veo que le recuerda muy bien.

—Sí, un joven muy amable, y guapo, además.

—¿Le viene bien que Guillermo se pase a última hora de la mañana, sobre las doce y cuarto aproximadamente?

—Sí, claro. Mañana a primera hora tiene que venir mi enfermera, pero seguramente a las once ya habrá terminado la visita.

—Entonces le digo a Guillermo que pase sin falta por su casa mañana a las doce y cuarto para llevarle los ochenta euros. Y cuídese, Mercedes, que este invierno está siendo muy duro.

—Pues sí, muchas gracias, hija. Da gusto hablar contigo.

—Ya sabe que siempre es un placer para mí ayudarle. Si necesita algo más, no dude en llamarme a cualquier hora. Que pase un buen día, Mercedes.

—Igualmente, hija ¡Hasta pronto!

—¡Hasta pronto, Mercedes!

#WhyNot
«Tengo 78 años y me siento apartado por los bancos.»
Firma la petición por una atención más humana en las sucursales bancarias en www.change.org

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