17 mayo, 2006

Steam irons

"Es evidente que no es lo mismo, por ejemplo, proyectar una mesa que una plancha [...] En el diseño de la mesa, aunque el diseñador conserve la función para la que ha sido destinada, puede aspirar a la fantasía; existen, de hecho, mil formas que pueden permitirle seguir cumpliendo su misión [...] Pero si quisiéramos proyectar una plancha, tendríamos que pensar cuál sería el mejor asidero, el material más adecuado, las proporciones idóneas; y los resultados obtenidos, aun variando, guardarían una evidente similitud. En este caso, serían los adelantos técnicos los que -junto a nuevos estudios y mejoras en antropometría y ergonometría- condicionarían la evolución del aparato; y, en este caso, las modificaciones de una forma perfectamente adaptada a la función no resultarían pertinentes."

La cita procede del libro Historia del Diseño Industrial, de Rosalía Torrent y Joan M. Marín.

Cualquier diseñador que se haya enfrentado alguna vez a la tarea de diseñar una plancha -o cualquier otro minidoméstico- estaría de acuerdo conmigo en que el argumento anterior es total y completamente erróneo.

Italo Calvino, siempre perspicaz, decía que la fantasía "è come una marmellata, bisogna che sia spalmata su una solida fetta di pane". Según sostienen Rosalía Torrent y Joan M. Marín, el diseñador puede aspirar a la fantasía cuando proyecta una mesa, pero no puede hacerlo cuando se trata de una plancha. Sin embargo, la mesa no ofrece una superficie más sólida que la plancha para extender la mermelada de la fantasía: ambos productos han de cumplir una función y satisfacer deseos y espectativas de la gente. Es más, la plancha presenta requisitos técnico-funcionales y de uso mucho más estrictos que la mesa: es, por lo tanto, un argumento mucho más sólido para apoyar la creatividad. Es cierto que es también un objeto mucho más difícil de diseñar -uno de los más difíciles, diría yo- pero esto no implica que haya que renunciar a la creatividad, ni a la fantasía.

Veamos un par de ejemplos. Con el ánimo de ser ecuánime, he seleccionado dos modelos de la misma empresa, Tefal, y de los mismos diseñadores, Richard Seymour y Dick Powell.

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La plancha Tefal Program 8 mantiene el innovador talón abierto de anteriores modelos de la marca. La posición trasera de la boca de llenado del depósito permite la ejecución de una amplia entrada de agua que facilita el llenado. En lugar de optar por una regulación independiente de vapor y temperatura como es habitual, el modelo plantea una regulación conjunta en 8 posiciones diferentes correspondientes a los distintos tipos de prendas y tejidos. Esta regulación se realiza mediante una inteligente leva doble de muy fácil acceso.

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La plancha Tefal Minute es la primera solución de planchado para prendas de última hora. Está orientada a personas que, en lugar de realizar sesiones intensivas de planchado, prefieren planchar las prendas según las van necesitando. El modelo dispone de una superficie plegable de planchado que evita el uso de las voluminosas tablas de planchar. El elemento de apoyo de la plancha y la suela multidireccional aportan los elementos más diferenciadores de este innovador modelo.

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Dos soluciones pertinentes -podrían ser mil- y radicalmente diferentes para un mismo producto. Dos soluciones donde no es la tecnología -idéntica en ambos modelos- la que condiciona el diseño, ni los adelantos en antropometría y ergonometría -siendo tan variados los posibles usuarios, diseñar una plancha "ergonónica" es una pura entelequia que sólo puede engañar a algún bisoño e incapaz product manager-. Lo que condiciona el diseño y es a la vez el principal punto de apoyo para la innovación son los cambiantes deseos y espectativas de las personas: su estilo de vida, sus actitudes, sus sueños.

Unos complejos requisitos técnicos y de uso no coartan la creatividad, sino que le aportan el más estimulante de los apoyos, porque, como decía Paul Valéry*, "la mayor libertad nace del mayor rigor".

* Eupalinos o el arquitecto (1923)

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