09 marzo, 2007

Calatrava vs. Isozaki

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A la derecha, la pasarela de Santiago Calatrava. A la izquierda, la de Arata Isozaki. En el centro, una delgada junta de dilatación, y en el aire la eterna discusión: La Arquitectura ¿es Arte o es un Servicio a la Comunidad?

La pasarela Zubizuri de Bilbao, diseñada por Santiago Calatrava, ¿debe ser considerada una obra de arte y, consecuentemente, protegida para que incluso ningún pie humano ose hollar su cristalina y prístina belleza? o, por el contrario, ¿debe tratarse como un servicio a los usuarios que desean trasladarse a la otra orilla de la ría del Nervión?

Un puente, ¿es una obra de arte o es, ante todo, un puente?

La respuesta, lamentablemente, es hoy ajena a la profesión: se encuentra en los tribunales de justicia gracias al desmedido orgullo, la soberbia, la chulería incluso, de algunas de las personas implicadas en la polémica.

Los usuarios, mientras tanto, deberemos seguir esperando a que se solucionen las graves carencias que arrastra la pasarela desde su inauguración: a su creador le preocupa más que se preserve su propiedad intelectual que la integridad física de las personas que transitan por su obra. Iñaki Azkuna, alcalde de Bilbao, ha despachado la cuestión con unas altisonantes e impropias declaraciones que en nada ayudan a establecer un debate profundo sobre el concepto de ciudad que se está construyendo.

Afortunadamente, otras voces como la del reconocido pintor Jesús Mari Lazcano vienen a aportar una razonada visión humanista de la polémica: «Nos encontramos ante dos conceptos de ciudad. Hay quien piensa que ésta es una sala de exposiciones, le molesta que los ciudadanos tengan que cruzar por su creación y cree que encima son tan torpes que se caen al hacerlo. Otros, con más sentido común, opinan que se trata de un espacio mixto, en el que suceden cosas. Podemos discutir si un diseño como éste es una obra de arte o no, pero de lo que no me cabe ninguna duda es de que se trata de un puente.»

De otra cosa estoy yo también seguro: la pasarela Zubizuri es, además, un mal diseño.

01 marzo, 2007

Ambiente

"—¿Cómo sabes que estoy loca? —preguntó Alicia.

—Tienes que estarlo —dijo el Gato—, o no habrías venido aquí."

Lewis Carrol, Alicia en el País de las Maravillas.

Acaba de celebrarse en Frankfurt la Feria Internacional Ambiente, la mayor feria de bienes de consumo del mundo. La presente edición se ha cerrado con un nuevo récord de visitantes. Durante cinco días, más de 150.000 personas de 128 paises han podido conocer de primera mano las últimas novedades de los tres grandes sectores representados: Dining, Giving, Living.

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En varias ocasiones me han preguntado sobre las últimas tendencias en el diseño de productos de estos tres dinámicos ámbitos. Un objeto que, a mi parecer, materializa la evolución futura es la cesta de Alicia, "Alice Tasche", de la empresa alemana Koziol.

La historia de esta compañía está estrechamente ligada a la familia Koziol. En 1927 Bernhard Koziol abrió una pequeña empresa dedicada inicialmente a la talla de marfil que, con el paso del tiempo, se convirtió en la exitosa compañía que es en la actualidad. Un momento importante en la historia de Koziol: En 1935, utilizando el primer sistema de moldeo por inyección manual, la empresa inició la fabricación de piezas de plástico de hasta diez gramos de peso. La creciente producción de figuras de motivos populares impulsó el crecimiento de la compañía.

En 1980, Bernhard Koziol se retiró, dejando el control de la compañía a sus hijos Bernhard y Stephan. Bajo su liderazgo se fué transformando gradualmente la gama de productos, introduciendo los plásticos traslúcidos y desarrollando nuevas tecnologías de moldeo que aseguraron el liderazgo tecnológico de la empresa.

En 1997, la introducción del nuevo logo azul de Koziol, diseñado por Gardeners y la creación del eslogan "ideas for friends" crearon las condiciones para un alto reconocimiento de la marca entre los consumidores.

Después de la muerte de Bernhard Koziol, en 1998, su hermano Stephan tomó las riendas de todas las operaciones. Bajo el eslogan "make better mistakes" apostó decididamente por la innovación. Colaboraciones con famosos diseñadores como Alessandro Mendini, Javier Mariscal, Peter Naumann o Platt & Young impulsaron notablemente la colección.

De esta época data la cesta "Tasche", diseñada por Alessandro Mendini y Maria Christina Hamel en 1998. La sencillez y la rotundidad de su concepción la han convertido sin duda en un icono de la compañía.

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No obstante, el objeto que posteriormente acaparó las portadas de casi todas las revistas del sector fué la escobilla de baño "TOQ", diseñada en 2001 por Platt & Young. Este impactante y cautivador cíclope catapultó a Koziol al selecto grupo de empresas punteras en diseño e innovación.

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Posteriormente, en 2003, apareció "Taschelino", la versión compacta de la exitosa cesta, concebida tanto como bolso de mano como para ser usada sobre el hombro, como revistero en el baño o como cesta de picnic. Esencial, de líneas puras y con unas proporciones impecables, se apoyó en una impactante y amplia gama de colores para seducir a compradores de todas las edades.

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Ahora Koziol acaba de presentar en un destacado lugar de su stand en Ambiente "Alice Tasche", una nueva versión de la cesta compacta. Ya no estamos hablando de proporción, de pureza o de geometría: sobre la esencial superficie de la cesta de Alicia han florecido los ciruelos.
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Hoy los objetos se decoran, se adornan, se tatúan como no ocurría desde principios del siglo pasado. El ornamento ha dejado definitivamente de ser un delito para transformarse en objeto de culto. Ya no sucede, como sostenía Adolf Loos, que la decoración nos aparta del camino de la simplicidad y la economía productiva. Al contrario, parece que precisamente la ausencia de decoración nos sitúa fuera de un mercado cada vez más complejo y más mestizo. Mestizaje que, como sucede en la cesta de Alicia, no supone un coste añadido al producto. La decoración y el racionalismo productivo caminan unidos por las espectaculares sendas de la nueva cultura de fusión.

En cuanto al tratamiento de las superficies, la difusión y el abaratamiento de tecnologías ya conocidas como el "In Mould Decoration" o el "Water Transfer Printing" han posibilitado la extraordinaria expansión de esta tendencia. Superficies de lámparas, de teléfonos móviles, de secadores de pelo o de zapatillas deportivas se llenan de flores o de arabescos. Los motivos, fundamentalmente vegetales, se inspiran profundamente en el tratamiento de la naturaleza y la vegetación en las culturas orientales y, como era previsible, en los ricos y complejos motivos modernistas. Una tendencia que, lejos de plantear el ornamento como mera decoración añadida, está empezando a considerarlo como algo integrado en la misma estructura constructiva y comunicativa del objeto.

En el futuro veremos aparecer objetos chispeantes y únicos donde el ornamento va a ser un componente indisociable de su carácter. La falta de decoración, la pureza, la simplicidad será, definitivamente,... cada vez más aburrida.